SEÑOR DE LA MISERICORDIA
Según el deseo de Jesús, la fiesta de la Divina Misericordia debe celebrarse el primer domingo después de PASCUA. Esto para subrayar la estrecha unión que existe entre el misterio Pascual de la salvación y la fiesta. De hecho, la liturgia de ese día alaba a Dios, en particular, en el misterio de su Misericordia.
La Fiesta de la Divina Misericordia debe ser, además, un día de gracia para todos los hombres, ya que Cristo ha vinculado a esta fiesta grandes promesas.
La mayor de ella se relaciona a la Santa Comunión: recibiéndola se obtiene la remisión total de los pecados y de las penas temporales, es decir, se recibe la misma gracia del Bautismo. La importancia de esta fiesta consiste en el hecho de que todos los hombres, aun aquellos que se convierten en ese día, pueden pedir todas las gracias que corresponden a la voluntad de Dios.
Dijo Jesús a Sor Faustina: “Quiero que la imagen…. Sea solamente bendecida el primer domingo después de Pascua; este domingo debe ser la fiesta de la Misericordia (27). Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea la Salvación y el refugio de todas las almas, sobre todo de los pobres pecadores. En ese día de abren las entrañas de mi misericordia; derramare todo el océano de mis gracias sobre las almas que se acerquen al manantial de mi Misericordia”.
“El alma que se acerca a la Confesión y a la santa Comunión, recibe el perdón total de las Culpas y de las penas. En ese día se abrirán todos los canales por los cuales corren las gracias divinas. Que nadie tema acercarse a mí, aun cuando sus culpas fuesen como escarlata” (267) Diario Santa Faustina.